domingo, 29 de abril de 2012

"Por lo que a mí respecta, dimito de la humanidad: no puedo, ni quiero, continuar siendo un hombre. ¿Qué podría yo hacer aún como ser humano: elaborar un sistema social y político o hacer desgraciada a una pobre joven? ¿Denunciar las inconsecuencias de los diversos sistemas filosóficos o dedicarme a realizar un ideal moral o estético? Todo eso me parece irrisorio: nada puede ya seducirme. Renuncio a mi calidad de ser humano, a riesgo de hallarme solo en las pendientes que deseo escalar."

domingo, 22 de abril de 2012

EL ESCLAVO

yo no entiendo como se puede ser tan esclavo de una mujer de un culo de un par de tetas pero se puede y es casi lo único que se puede Claudio Bertoni,

miércoles, 15 de febrero de 2012

Mujeres.

Tras alguna meditación, Urbina atinó a decir:

- Para mí, está loca.
- Es mujer, que es lo mismo - respondió el chauffeur, con indulgencia -. Uno vive con ellas, las toma en serio, las consulta para todo y después se extraña de que el mundo ande al revés. ¿Usted no cree, señor, que el hombre más adelantado es el negro de la poligamia, que a la mañana guarda a las mujeres en un cuartito y en vez de irse al trabajo, como usted o yo, sale a cazar tigres en elefante?

En La Sierva Ajena de Adolfo Bioy Casares.

domingo, 5 de febrero de 2012

Odisea estival.

Tristemente después de visitar lugares como éste:



uno suele quedarse sin dinero. Vicisitudes de la holgazanería. En fin. Para amenizar estos días de Febrero pre-apocalíptico vamos a plantearnos un sencillo desafío: Una película, un cuento y un poema, todo esto por siete días durante esta semana. ¿El fin?, no tengo la más puta idea. Al menos se le puede dar un sentido a los días con una pequeña tarea a cumplir.

sábado, 4 de febrero de 2012

Memorias de un neurótico

Permanecer relativamente estable a lo largo de la vida. Suena a un premio ambicioso en cuanto a su valor, sobre todo para personas como yo, asquerosamente inestables, tan susceptible a esas pequeñas angustias de la vida; a esos adioses malsanos, las mil y un cachetadas de un destino preferentemente ubérrimo en dar el golpe preciso en la boca del estómago, haciéndonos vomitar cada maldito y preciado recuerdo feliz, de modo tal de no dejar siquiera el féretro para la memoria, siquiera el hoyo cavado en la tierra, ni el cementerio, ni la posibilidad de que en ese pequeño universo exista el descanso de la muerte en paz, sino la monótona persistencia de la vida mil veces recorrida. O sea, en el fondo, la boleta con orden de desarraigo para el imbécil sonriente, el nefando pedazo de carne del acto subversivo de la esperanza, esa que la Simone de Beauvoir homologaba a las espinas, espinas más perniciosas que el recuerdo.
Antaño Kerouac se reía de los psicoanalistas; hoy la psicología ha avanzado y tiene eso que llaman "terapia breve", aunque también hay otras opciones: el gnosticisomo altamente contemplativo y sinérgico en su relación con el cosmos y nosotros, albores de la miseria. O podría ser un evangélico, salir a la calle con cánticos convulsos y sus bailes frenéticos, dignos de esas tribus que más de alguna vez describió Lovecraft, allá donde corrían caudales de sangre. Claro, acá no corren caudales de sangre, ni menos sacrificios humanos, aunque si se sacfrican algunas conciencias, destinos y libertades...
Pero eso no nos incumbe mucho ahora, el tema eran las posibles puertas de escape, o de llegada, según desde dónde se le mire. En este caso creo que más que emular a Houdini, preferiría un cómodo asiento desde el cual sentarme a mirar mi vida pasar en letargo perenne, sin mayores molestias; no es un trono digno de reyes, pero si una condición existencial decente y loable para hoy, donde el tiempo se desglosa en millones de vertientes enfermizas: ontología de ser, fenomenología, hermenéutica, concepción Bergsoniana del tiempo, positivismo, tomismo, budisom zen, ismo, ismo, ISMO. Decía, un asiento cómodo desde el cual mirar la vida en un televisor de alta definición, de modo tal de no perder ninguno de los matices de la imagen y sus contrastes, sin luz y sombra sino "más allá de las sombras". Obviamente hay que tener un control remoto para poder bajar el volumen cuando las cosas se pongan tensas y haya exaltaciones del ánimo, desbordes de cólera, tan frecuentes en la zartalada de neuróticos con quienes me relaciono... en fin, prosigo. Ajuste de color para días grises, opciones para cambiar rápido de canal, claro, de vez en cuando hay situaciones sencilamente insoportables que además (fíjense ustedes) son inexpugnables en la vida del ser humano, aunque siempre cabe la posibilidad de siempre cabe la posibilidad de sintonizar otra frecuencia. Obviamente tendrá un interruptor para apagarla de vez en cuando, no sujeta sólo a las fuerzas del sueño, permitiendo así que la vigilia esté a merced del botón, redondo como una píldora, negro como la ausencia tota de luz, la ausencia total de conocimiento, de esa "iluminación" de la razón emancipadora... somo si a vesanía no fuese ya lo suficientemente liberadora. ¡Pero claro!, siempre existe la posibilidad azarosas de manipular a unos muchos en pos de unos pocos, condenando la insanidad irrefrenable por una racionalidad unidireccional y sistematizable..

miércoles, 1 de febrero de 2012

Oh, mon amour...



...vien dans mes bras

sábado, 14 de enero de 2012

16

En la raíz de todos mis males, pensaba a veces Amalfitano, se encuentra mi admiración por los judíos, los homosexuales y los revolucionarios (los revolucionarios de verdad, los románticos y los locos peligrosos, no los aparatchiks del Partido Comunista de Chile ni sus deleznables matones, ah, esos seres espantosos y grises). En la raíz de todos mis males, pensaba, se encuentra mi admiración por algunos drogadictos (no poetas drogadictos, ni artistas droadictos, sino drogadictos a secas, tipos raros de encontrar, tipos que se alimentaban de sí mismos casi literalmente, tipos que eran como un agujero negro o como un ojo negro, sin manos ni piernas, un ojo negro que nunca se abría o que nunca se cerraba, el Testimonio Perdido de la Tribu, tipos que parecían enganchados a la droga en la misma medida en que la droga parecía enganchada a ellos). En la raíz de todos mis males se encuentra mi admiración por los delincuentes, las putas, los perturbados mentales, se decía Amalfitano con amargura. Cuando adolescente hubiera querido ser judío, bolchevique, negro, homosexual, drogadicto y medio loco, y manco para más remate, pero sólo fui profesor de literatura. Menos mal, pensaba Amalfitano, que he podido leer miles de libros. Menos mal que he conocido a los Poetas y que he leído las Novelas. (Los Poetas, para Amalfitano, eran los seres humanos brillantes como un relámpago, y las Novelas, las historias que nacían de la fuente del Quijote.) Menos mal que he leído. Menos mal que aún puedo leer, se decía entre escéptico y esperanzado.